Las primeras domesticaciones animales

La domesticación ha supuesto no solamente un cambio evolutivo a nivel genético, sino un cambio de las primeras sociedades cazadores-recolectoras hacia un nuevo sistema de organización social, distribución del trabajo y una economía mucho más sólida. La domesticación ha permitido una menor dependencia de la naturaleza dado que son las propias sociedades las que, inconscientemente, manipulan el alimento (ya sea planta o animal) generando de esta manera una cadena de carácter antrópico totalmente contraria a la cadena evolutiva que muestra la naturaleza por su propio transcurso. El hombre ha modificado esa selección, llegando hasta el punto de crear más de 300 razas dentro de una misma especie, tal y como es el caso del perro. Seguramente en los inicios de la domesticación no eran conscientes de las consecuencias y miraban por el propio provecho alimenticio pero, ¿realmente hoy en día se cumple esta función? Bien es cierto que mantenemos el ganado para seguir alimentándonos, pero en otras especies como el caso comentado, el de los perros, los gatos o los toros criados exclusivamente para el espectáculo, considero que hemos desviado enormemente nuestra mentalidad de sacar un provecho a sobreexplotarlo. Durante el Neolítico las especies que se criaban permitían la obtención de carne, grasa, huevos, la piel, la utilización de los huesos como útiles, etc. Sin embargo, la finalidad por la que en un principio comenzó la domesticación ha quedado desviada a una mínima parte, quedando el objetivo apartado y centrándonos hoy en día en la experimentación con esos animales, tal y como ha pasado, por ejemplo, con la clonación de la oveja Doli. Lógicamente, aquí no se trata de crear una “súper especie” sino de hacer realidad una ambición humana como conseguir clonar una especie y utilizar un animal para ello.
Tomando como referencia el mapa, decir que el hecho de que las primeras especies domesticadas y las primeras sociedades neolíticas sedentarias se den en el Próximo Oriente guarda una evidente relación con la geografía del lugar. Estas primeras migraciones se asientan en estos parajes dado que los recursos que ofrece son amplios y diversificados por el amplio terreno. Toda la zona conocida como el Creciente Fértil supone y ha supuesto desde el principio una de las zonas más favorables para el cultivo y la adquisición de bienes consumibles, por lo que estas características de la tierra, fértil y próxima a ríos, explica por qué se asentaron allí. Como bien hemos podido observar incluso en videos proyectados en la clase, el hecho de que la primera “domesticación” se diese con el perro tiene que ver con el tipo de vida que llevaban estas sociedades neolíticas. Es éste animal el que encaja perfectamente en los grupos mucho mejor que cualquier otra especie ya que nos ayuda a obtener más alimento, lo que comporta un aumento de la población y un sucesivo desarrollo evolutivo en que los primeros animales jugaron un papel fundamental. La posibilidad de coexistir con los primeros “lobos-perros” seguramente vino dada porque ambas especies eran carnívoras y cazaban de día, lo que llevaba a tener una relación en las actividades que efectuaban.
Las primeras domesticaciones guardan una estrecha relación con el hombre. El ser humano ha sido el único capaz de cambiar miles de situaciones, desde la domesticación de las especies hasta el cambio climático que sufrimos hoy en día. Hemos transformado el planeta de una manera extremadamente rápida, sin tiempo a que evolucione de una manera favorable, llegando incluso a que se extingan algunas especies o a hacerlas más vulnerables de enfermedades, podríamos decir, contemporáneas, porque no les damos un tiempo de adaptación. Ejemplos muy concretos de esto son los casos de la gripe aviar o las vacas locas. Son enfermedades que se han generado por la acción humana, igual que el hecho de que existan especies en peligro de extinción. El hombre ha sido desde sus orígenes hasta hoy día manipulador de todo aquello que le envuelve y un ejemplo evidente es el tema de este trabajo, la domesticación. Esa acción no ha cambiado, aunque sí el motivo de por qué se hace.
La doma de las primeras especies animales trajo consigo múltiples ventajas como la evidente mejora de la evolución con la expansión demográfica y por consiguiente, tener una mejor calidad de vida, pero también ha derivado en una mayor sedentarización de las sociedades, ya que tanto la domesticación como el cultivo requieren de un tiempo para desarrollarse. Esto obligó a hacer estancias más largas en lugares concretos y al nacimiento de las primeras poblaciones y asentamientos, cada vez más complejos. La domesticación derivó, como consecuencia de la sedentarización, en la tala de los bosques para utilizar la madera en la construcción de los hábitats y en diferentes espacios diversificados de donde podían sacar provecho tanto de la agricultura como del ganado (la utilización del estiércol como abono para un mejor cultivo). Al mismo tiempo, también acabaría derivando en destinar ciertas tareas especializas a animales concretos, como es el caso del buey, utilizado para el arado o el traslado de la madera a los poblados. Así pues, estas primeras sociedades supieron sacar un gran provecho de los animales, tanto para la propia alimentación como mejora en la realización de otras actividades. En definitiva, es gracias a la domesticación que hemos podido seguir evolucionando. Sin embargo, también ha traído consigo aptitudes como la ambición, la desmedida, la idea de consumo y producción, que ha llegado a nuestros días transformada en una sociedad individualista y consumista. En sus orígenes estos valores eran interpretados de otra manera: la ambición como medio para mejorar, la desmedida como medio para avanzar, la idea de consumir y producir para destacar por encima de los demás y permitir tener una vida segura, sin tener que subsistir o depender de la caprichosa naturaleza. Pero, ¿ahora? ¿En qué ha quedado todo aquel progreso? Porque sí, un gran progreso fue, pero si algo no ha cambiado es que aún seguimos siendo dependientes, no tanto de la naturaleza pero sí mucho más de la tecnología a la que nos hemos acostumbrado.
Sin embargo, y retomando el tema del trabajo inicial, sigo teniendo una cuestión y es a qué se debe esa expansión que se dio por todo Europa y Oriente. Teniendo en cuenta las teorías comentadas en clase, me lleva a pensar que no fue un proceso tan rápido como aparenta sino más bien se dieron un cúmulo de factores que propiciaron la domesticación de ciertas especies en determinadas regiones. No creo que, aún habiendo camellos (imaginemos el caso) en Italia, se diese la domesticación de ese animal, y no porque los grupos fuesen más listos unos que otros, sino porque las condiciones climáticas y la personalidad del animal influye, entre otros factores, en su desarrollo, modificado genéticamente por el hombre.
Sin duda el cambio que se originó en las diferentes especies tuvo unas primeras consecuencias altamente aceptables que favorecieron nuestro propio sistema de vida, y de la misma manera, hemos de agradecer a estas primeras sociedades, antepasados nuestros, el cambio de la domesticación, tan particular que ha llegado a nuestros días desde que empezó, hace más de 4000 años. Ha supuesto grandes cambios, unos buenos y otros malos, pero la acción de cambiar esa idea actual de domesticación que se ha creado, tan dispare del concepto inicial, sólo está en nuestras manos. Mientras, algunas especies seguirán sufriendo las consecuencias de actos que nosotros hemos provocado. Es lo que algunos llaman “ley de vida”.
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